viernes, 1 de noviembre de 2013

Santos y difuntos – Por Juan Pedro Rivero



José Saramago, nuestro premio nobel de literatura (1998), escribió el año 2005 una inquietante y divertida novela titulada Las intermitencias de la muerte sobre una especial situación, aparentemente idílica, de un país donde la gente dejó de morir. ¡Qué tremenda desesperación! Lo curioso es que tras la lectura, personalmente, agradecí la suerte de no habitar esa novelada situación y tener la certeza de que, tarde o temprano, moriré. El mes de noviembre comienza con la Solemnidad de todos los Santos y la conmemoración de todos los fieles difuntos. Entre santos y difuntos… La globalización de las tradiciones nos ha traído, recientemente, al 31 de octubre la fiesta, de origen celta, del Halloween -noche de brujas o noche de difuntos-. Es normal; la muerte da miedo. Y no hay nada mejor que hacer jocosa broma para domesticar el temor. Pero tras el 31 de octubre, el 1 de noviembre, llega la solemnidad cristiana de todos los Santos; de aquellos que, tengan o no cabida en un retablo, gozan del merecido premio allende todo corazón anhela. Santos reales, no figuritas amansadas que podemos controlar; santos de los de verdad, que están donde todos aspiramos a estar: en el gozo de los anónimos hombres y mujeres fieles. Modelos para los de aquí, intercesores para los de acá… Santos, a los que pedimos su intercesión. Pero también, y pasando la hoja del taco al 2 de noviembre, difuntos a los que deseamos el gozo de lo eterno. Todos tenemos alguno cercano, más o menos reciente, por quien quisiéramos pedir paz y salvación. Entre santos y difuntos inauguramos el mes de noviembre. Al final las castañas…, pero ahora miramos a lo alto entre la gratitud y el desconsuelo. Unos 10 años antes de la novela citada, publicó Saramago otra novela en la que una ciudad oscurecía por la epidemia de una ceguera general. Ensayo sobre la ceguera (1995). Es angustiosa la creatividad literaria de don José de Sousa. Me gusta. Tal vez porque suaviza con su mensaje lo real y parece la fealdad que vemos menos fea. Santos, difuntos, intermitencias y cegueras… Camino de las castañas. 

*Rector del Seminario Diocesano