Santa Cecilia nació en Roma en el siglo II en el seno de una familia Patricia que la educó en el Cristianismo y la casó con Valeriano. El día de la boda, Cecilia se puso a cantar a Dios, pues no quería desposarse con nadie que no fuera Cristo. Pero el enlace concluyó y la joven decidió convertir a su esposo al cristianismo.
En la habitación conyugal, la joven comunicó a su esposo que había hecho votos de virginidad y que la protegía un ángel. "Si me respetas Él te amará",dijo,"Pero si me tocas, el ángel se enfurecerá". Valeriano le dijo que si eso era verdad tendría que ver al ángel y respetaría su decisión, pero Cecilia le advirtió que hasta que no purificase su alma con las Aguas Bautismales no vería, y le pidió acudiera al Obispo Urbano para acoger a Dios en el Bautismo. Cuando Valeriano regresó convertido, se encontró con la Santa cantando sentada junto a un ángel y este rodeó al matrimonio con una guirnalda de rosas y lirios. El joven, sorprendido, contó lo sucedido a su hermano, Tiburcio, que terminó por convertirse también.
Cuando dio comienzo la persecución de cristianos ordenada por el emperador Marco Aurelio, los soldados apresaron a los dos hermanos. Fueron condenados a muerte y, con ellos, murió también un cortesano llamado Máximo que se había convertido al cristianismo al ver la fortaleza de los jóvenes. Cecilia, que mientras esto sucedía estaba esperando su propio juicio, le dio sepultura y aceptó los hechos. Fue condenada a morir ahogada en la bañera; mas la Santa, prodigiosamente, respiró bajo el agua. La siguiente tortura fue sumergirla en agua hirviendo y como también salió ilesa, el prefecto ordenó que la decapitara.
