domingo, 23 de marzo de 2014

"EN FORMA" por Madre Cecilia Cortacans Pangea

Es casi imposible hoy en una ciudad del siglo XXI no encontrar varios establecimientos dedicados a mantener en forma el cuerpo. Gimnasios, Spa, Jacuzzi, centros de belleza, lugares para entrenamiento personal con especialistas en todo tipo de ejercicios físicos y un largo etcétera que ofrecen al público la posibilidad de mantener un cuerpo sano, ágil, proporcionado, relajado y que recuerdan, sin querer, las clásicas termas romanas.
Está bien preocuparse por mantener en forma el cuerpo, pero no podemos olvidar que la persona no es sólo cuerpo y que lo físico forma unidad con lo espiritual, dos dimensiones inseparables del ser humano.
Preocupados por la forma física, somos capaces de dedicarle tiempo y dinero, y sin embargo nos puede pasar desapercibida la necesidad de mantener en forma también el espíritu y  la gran posibilidad de utilizar el “Spa” que nos ofrece la Iglesia todos los años, durante siete semanas y totalmente gratis.
Me refiero a la Cuaresma. Reconozco que es una palabra olvidada, incluso para los que la recuerdan puede tener mala prensa, y sin embargo es un tiempo precioso que la Iglesia ofrece a quien se lo tome en serio la posibilidad de vivir una primavera en su vida espiritual, un tiempo para mantener en forma la totalidad de la persona, tanto el espíritu como el cuerpo,  porque son muchas las vivencias, actitudes del espíritu que se somatizan y también son muchas las afecciones físicas que se reflejan en el espíritu.
Ya el rito inicial del Miércoles de Ceniza nos ofrece la posibilidad de mirar de manera positiva este tiempo. Literalmente a lo que se nos invita es a dar un giro, a rectificar el rumbo - esto significa el conviértete – y a tomarnos en serio el Evangelio, es decir a alegrarnos porque tenemos una buena noticia dedicada a cada uno. Y para aquellos a los que la ceniza les remite a  tristezas o les sugiere imágenes de destrucción vaya el recuerdo de que la ceniza es el resultado de quemar lo que está deteriorado, lo que se nos ha quedado viejo, averiado en nosotros. ¿Alguien llora por quemar una silla vieja con una pata rota y con termitas? Pues quememos todo aquello que nos impide vivir la alegría del Evangelio. 
Vivamos a fondo el bello y útil tiempo de Cuaresma.