Parroquia Matriz del Apóstol Santiago de la Villa Histórica de Los Realejos
En la jornada de hoy celebramos el nacimiento del escultor Fernando Estévez de Salas. Nacido en la Villa de La Orotava el 3 de marzo de 1788, este polifacético artística nos legó numerosas obras de arte, entre ellas nuestra venerada Virgen de los Remedios, una hermosísima imagen que llegó a los Realejos en 1817.
Formado en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria bajo la tutela del afamado escultor José Luján Pérez, se traslada de nuevo a Tenerife donde abre taller en su domicilio familiar de La Orotava.
Desde el comienzo de su carrera artística, ya se desarrolla, acorde con su personalidad y sus ideales liberales, la concepción clasicista de la escultura decimonónica en su obra. Ello explica esa búsqueda del ideal de belleza, buscado por los artistas de la época en el legado grecorromano.
La Parroquia Matriz de Santiago Apóstol acoge este año una efeméride muy especial, el tricentésimo septuagésimo quinto aniversario de la llegada de la venerada imagen del Nazareno (1637-2012), predilecta devoción realejera. Esta soberbia talla, obra del célebre escultor manchego-sevillano Martín de Andújar Cantos y que recibía culto en el desaparecido convento franciscano de Santa Lucía, esta indirectamente relacionada con este escultor tinerfeño.
El obrador de Estévez disponía de un notable reconocimiento hacia finales de la segunda década del siglo XIX. Una gran demanda, mayoritariamente de piezas encargadas por congregaciones religiosas o mayordomos de espíritu ilustrado que reformaban los templos de acorde con el nuevo lenguaje estético, mantuvieron un taller muy activo durante este periodo. Entre ellas, destacan las reformas que se llevaron a cabo en la ermita del Calvario o la Parroquia Matriz de La Orotava, con piezas realizadas con anterioridad a 1820 (como ejemplo, una Santa Lucía de gusto italianizante o el grupo escultórico de San Pedro Apóstol), o numerosas imágenes para los cenobios de la Villa, como el Santo Tomás de Villanueva para el convento agustino o la Dolorosa del convento franciscano de San Lorenzo, ambas de 1816.
Precisamente esta talla de Nuestra Señora de los Dolores, encargada por el Coronel José de Betancourt y Castro, heredero de la Casa Villafuerte, para su capilla familiar del convento, nos permite relacionarla con la talla homónima que se encontraba en la Villa de Los Realejos.
Una amarga pena que se perdiera tal hermosura de imagen. Esta efigie llegó al convento recoleto de Santa Lucía un año después, en 1817, muy similar a la talla villera. Como recoge el libro “Semana Santa. Los Realejos”, se coloco una Ymagen de los Dolores, cuya ymagen vestido, solio de plata y demas lo costio y dio al convento el señor sindico cerca de dosientos pesos su costo.
Tras la exclaustración y abandono del convento en 1852, el Señor fue trasladado a la vecina parroquia de Santiago Apóstol, mientras que su eterna acompañante había sido llevada a la parroquia de La Concepción. Su destacado cuello de cisne, su mirada melancólica, perdida en el horizonte y con la mano en el corazón, buscando consuelo tras ver a su amado Hijo de camino al Calvario, sería vista por última vez por los ojos de los canarios el 5 de noviembre de 1978, cuando el mezquino fuego arrebataba de nuestro patrimonio cuantiosas obras de arte.
La imagen desapareció físicamente, pero nunca lo hará en el recuerdo de todos. Ella siempre seguirá ahí, acompañando al Señor, como, en palabras de Lorenzo Lima, un atractivo testimonio de la mesura, contención y elegancia con que Estévez interpretó habitualmente el dolor de la Virgen.
*Texto: Josué Hernández
* Fotografías: Semana Santa Los Realejos (2003), Josué Hernández (2011)
*Texto: Josué Hernández
* Fotografías: Semana Santa Los Realejos (2003), Josué Hernández (2011)