El Viernes Santo llegó a nuestra parroquia cargado de actos y de momentos llenos de sentimiento pero sobretodo de mucha devoción.
A las 5:00 de la mañana comenzó la jornada más larga de todos los que viven con intensidad la Semana Grande de la Fe.
El Stmo. Cristo de la Vera Cruz Sangre y Misericordia salía en Solemne Vía Crucis, por las calles del Realejo Alto, hasta llegar al Calvario de San Benito, acompañado por la Banda “La Madrugada”, compuesta por músicos componentes de ambas bandas de nuestro municipio, y del municipio de La Guancha.
Estuvo cargada de momentos emotivos, como el encuentro con su Madre y el Discípulo Amado, sus caídas, el inolvidable momento en que la Verónica enjugó sus lágrimas, su sangre y su puro sudor, y como no, el encuentro con una de sus más fieles seguidoras, María Magdalena.
A su llegada al Calvario, tuvo lugar el Sermón de las Siete Palabras, dirigido por el P. Xabier Gómez, Dominico que nos lleva acompañando durante estos días santos.
A su regreso se sumó al cortejo la venerada imagen del Stmo. Cristo de la Misericordia que había sido velado durante la noche tras su llegada al Calvario de San Benito.
En todo momento la procesión fue acompañada por la Agrupación Musical Cruz Santa “José Mesa Cabrera”, la cual con su música propició momentos llenos de fervor, devoción y recogimiento. La lluvia también hizo su aparición aunque de forma más sosegada en esta procesión.
A su llegada tuvo lugar la celebración de los actos litúrgicos propios del día: Lectura de la Pasión, Oración Universal por las necesidades del mundo, Adoración de la Santa Cruz y Comunión, ceremonia en la que participaron más de 500 personas que también acompañaron a las Sagradas imágenes por el recorrido procesional.
A las 21:00 de la noche comenzó la vela ante la imagen del Señor Difunto en la que poco a poco fueron participando activamente todas aquellas personas que se acercaron a la parroquia, tanto cofrades como feligreses.
Una hora más tarde comenzó la esperada y tan afamada Procesión Magna del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo, la Magna de las Magnas como algunos suelen calificarla y es que esta procesión cada año atrae a más personas a contemplar a manera de catequesis y manifestación de Fé en el arte, este desfile. La procesión llevó el siguiente orden:
- Cruz manga, ciriales y monaguillos.
- Cofradía del Stmo. Cristo en la Oración del Huerto de Getsemaní (2000)
- Agrupación Musical Ernesto Beteta de Santa Úrsula.
- Imagen de Jesús Preso.
- Cofradía del Stmo. Cristo Atado a la Columna. (1997)
- Hermandad del Stmo. Sacramento y Cargadoras del Ecce Homo. (1629) y (2005)
- Cofradía del Nazareno. (1991)
- Agrupación Musical Cruz Santa “José Mesa Cabrera”.
- Cofradía del Stmo. Cristo de la Misericordia. (1610 y refundada en 1996)
- Cofradía de Ntra. Sra. de la Piedad. (1994)
- Cofradía Juvenil de San Juan Evangelista. (2007)
- Cofradía del Señor Difunto. (1994)
- Cofradía de Ntra. Sra. de Los Dolores. (1992)
- Clero parroquial y representaciones de todas las Cofradías de nuestra parroquia y representaciones del Exmo. Ayto. de La Histórica Villa de Los Realejos, destacando la presencia de nuestro señor alcalde D. Manuel Domínguez González.
- Banda de Música Ntra. Sra de la Esperanza, La Guancha.
A su término los sones de la marcha la "Recuerdo a los Muertos" anunciaban la llegada del Santo entierro de cristo. A paso lento la imagen de San Juan Evangelista, El Señor Difunto y María Santísima de Los Dolores, cruzaban el dintel de la puerta Jacobea. Se produjo la tradicional ceremonia del Entierro de Nuestro Señor Jesucristo, en la que un año más reinó el respeto, el silencio, la multitud de gente que se agolpó en cada uno de los rincones de la parroquia e incluso fuera de ella. Al concluir, nuestro Párroco impresionado por el gran momento vivido, y como muchos con las lágrimas en los ojos, nos animaba a no quedarnos en la muerte, a no hundirnos en la Desesperanza, y nos invitaba a acompañar a María Madre nuestra, en su Soledad.
Una vez terminado este momento, como broche final acompañamos el dolor de la Madre Santísima en su soledad, por las frías y oscuras calles del casco del Realejo Alto.
Como todos los años, esta procesión destacó por su solemnidad, el respeto de todos los que asistieron a ella, compasión pero sobretodo la emoción, la resignación de María. Todos los presentes, quisieron acompañarla en ese duro trance, haciendo a día de hoy, suyo su propio dolor, y demostrando que a pesar de los tiempos que corren, Ella nunca estará sola.